Texto enviado por su autor.
CASI TODA NUESTRA CLASE POLÍTICA PADECE DE PARALIPOFOBIA
DR. SERGIO REY MENDOZA
Prof. Universidad de Magallanes.
¡Todos, en algún momento, hemos oído utilizar la palabra fobia. Palabra que proviene del griego “phobeomai”, que significa temer. Por tanto una fobia consiste en un temor poderoso, permanente e irracional provocado por la presencia o imagen anticipada de un objeto, como también a causa de una situación específica.
De ahí que existan infinitas modalidades de fobias. Mencionaré sólo algunas: temor a las alturas, a los animales e insectos, a los espacios cerrados o abiertos, a la oscuridad, a la sangre o heridas, etcétera. Habitualmente quien no sufra de tales miedos, considera simplemente ridícula la reacción desproporcionada de estas personas. Eso, claro está, debido a su incapacidad para ponerse en su lugar.
Sin embargo, el término fobia tiene también un sentido no clínico. En tal situación, escaparía al dominio de psicólogos y psiquiatras; ya que existen conductas aversivas que sólo pueden explicarse desde una perspectiva sociológica. Este modo particular de “fobia”, se manifiesta como rechazo, odio u hostilidad hacia el objeto que la provoca; lo cual la hace asombrosamente parecida a un prejuicio. Es el caso de la xenofobia.
En Chile parece hoy haberse instalado una “fobia” de este tipo. Más específicamente: la llamada paralipofobia. ¿Qué es eso?, dirá usted. Pues se trata un temor enfermizo e irreflexivo a asumir responsabilidades.
Esto haría comprensible muchos comportamientos que a diario observamos en nuestro dilecto “campo de flores bordado”. Y sobre todo en lo que respecta a cómo procede su inefable clase política. ¡Hagamos un contrapunto entre lo que suele aquí ocurrir, con lo acaecido hace un tiempo en Portugal! En este último país, se derrumbó inexplicablemente un puente carretero. Murieron varios automovilistas que lo transitaban en ese preciso instante. El Ministro de Transportes -a quien corresponde construir y/o mantener las infraestructuras viales en cualquier parte del mundo- presentó de inmediato la renuncia a su cargo.
Nadie lo calificó de criminal ni de un adelantado discípulo de los Borgia. Tampoco a nadie se le pasó por la mente sugerir que si se le cuestionaba políticamente por ese hecho, se pondría en peligro la institucionalidad democrática de la Nación. El Ministro tuvo la lucidez y dignidad suficientes como para entender que su responsabilidad política estaba enteramente comprometida; e hizo lo correcto: dimitió a su ministerio sin mayor trámite.
¿Y qué ocurre en nuestra “copia feliz del Edén? En ella prácticamente nadie afronta ningún tipo de responsabilidad. Menos las de carácter político. Tal actitud se percibe en gran parte de quienes dirigen, como, asimismo, en aquellos que ejercen cargos fiscales de alta investidura.
¡Es el síndrome paralipofóbico en toda su “magnificencia”! Puesto que en Chile los errores o desidias administrativas no se pagan con lo que en verdad corresponde: el cargo mismo. E incluso da la impresión que los desaciertos han llegado a constituirse en “méritos” para quien desee repostularse a una función pública. ¡Qué contrasentido…!, dirá usted. Pero así es… Ya que casi toda nuestra clase política padece de paralipofobia. Por tanto, sería bueno que ésta acudiera al diván del psicoterapeuta, antes que los “sepultureros” -entiéndase aquí los ciudadanos-, toquen la puerta de sus hogares con intenciones poco auspiciosas para ella.
¡Tengámoslo presente…”
=====================
Comentario de Nicolás Vega:
Después de media vida en Europa; después de haber vivido en países en que realmente existe el Estado de Derecho (! Y SE RESPETA !), al regresar a Chile, con la intención de radicarme en la patria, "asilo contra la opresión", que en realidad es "la tumba de los libres", pude darme cuenta, como si lo hubiese estado viendo en una lente de aumento, que la casi totalidad de los chilenos -fuera por supuesto de la Xenofobia- padece del mal, o síndrome comentado por el Dr. Sergio Rey.
La vida corre peligro para quién le hace ver este "desorden" de la personalidad -digamos, "sociológica"- al ciudadano que a ojos vista, ha cometido un error, infracción, ilícito. La reacción es violenta y hasta criminal. De partida Usted es medido de arriba abajo y se le lanza a la cara la contra pregunta: "Y quién es Usté,pa que me venga "A MÍ" con esa pregunta?"
Pongamos un ejemplo:
Pensando en la polución del aire y en los altos precios de los combustibles, Usted le solicita con buenas palabras y con respeto a un conductor que apague el motor de su vehículo, después de que lo ha dejado funcionar más de media hora.
La respuesta es taxativa y con el ademán de atacar físicamente: "Sr. estoy en la vía pública", como si la vía pública fuera un campo donde se pueden ejercer los derechos "individualistas"; el campo de la total impunidad. La vía pública para el chileno, es un campo donde rige la ley del más fuerte.
Cuando Usted le dice al infractor: "Usted como conductor que con seguridad hizo un curso y tuvo que dar un examen; luego pedir licencia, etc., sabe que no puede tener el motor en marcha (cuando está detenido), más de tres minutos".
La respuesta del personaje, que en ese momento hierve de rabia y odio es la siguiente: "La ley; no me hable de la ley. Aquí en Chile, caballero, nadie cumple con la ley.
El chileno confunde los "derechos individuales", con los derechos "individualistas". "La ley soy yo"; o, "Yo hago la ley, de manera que ella me convenga a mí"; confunde hasta los sagrados Derechos Humanos, con los derechos de "su cuerpo humano", olvidando el hecho de que el prójimo también tiene un cuerpo humano y el derecho a la salud de su cuerpo (Habeas Corpus).
Hé aquí, algunas formulaciones filosóficas del viejo mandamiento que dice, "Ama a tu prójimo como a tí mismo":
"Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu actuación se convierta en una ley universal."
"Obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza".
"Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio”.
"Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de fines". (Kant. Imperativo categórico. Obtenido de la Wikipedia)
Con la mentalidad y esa convicción descritas imperantes en nuestro país, en que nadie cumple con la ley, entonces se impone la única ley posible; ley más ancenstral: la ley de la selva.
Es es la realidad de este Chile, tan, pero tan "modernizado" exteriormente.
Novedad?´...
Hagamos memoria:
A partir del 11 de septiembre de 1973, se suprimió el ramo de Educación Cívica en los colegios, siendo sustituído por el de Seguridad Nacional. El "pontífice" de esta "doctrina" fue el Mamo Contreras y uno de sus más consecuentes ejecutores, el "guatón" Romo.
Apoyados en las bayonetas, los actuales "cabecillas" de Renovación Nacional y de la UDI, instauraron las leyes de hierro del mercado (que no tiene alma); los gobiernos de la llamada "Concertación" en realidad "Post-Dictadura", -fuera por supuesto de mucho discurso sobre los DD.HH.-, han seguido administrando el sistema, con una cobardía sin parangón.
Así cumpliremos dos siglos de "independencia"?
